Irritabilidad, fatiga nerviosa, ansiedad e incluso momentos de melancolía: la menopausia también afecta al cerebro. La disminución de estrógenos altera la producción de serotonina, la “hormona de la felicidad”. Resultado: las emociones se vuelven más inestables e imprevisibles.
Noches rotas, paz interrumpida
Dificultad para dormir, despertares frecuentes, cansancio persistente… Los sudores nocturnos y la agitación hormonal perturban gravemente el sueño. Este círculo vicioso agota tanto al cuerpo como a la mente.
Niebla mental: cuando el cerebro se detiene
¿Te cuesta concentrarte? ¿Seguir una conversación? ¿O encontrar esa palabra en la punta de la lengua? Este fenómeno, descrito a menudo como “niebla cerebral”, puede estar directamente ligado a las fluctuaciones hormonales.
Hormigueos, pinchazos… ¿Y si fuera hormonal?
Sensaciones inusuales en manos o pies, como entumecimiento, picazón u hormigueo, pueden aparecer debido a alteraciones nerviosas relacionadas con la baja de estrógenos.
Sequedad ocular y visión borrosa: un efecto inesperado
La sequedad ocular es frecuente durante la menopausia. Las glándulas que hidratan naturalmente los ojos funcionan menos, provocando irritación y molestias visuales.
Un olor corporal cambiante
Algunas mujeres notan que su olor corporal cambia. El sudor se vuelve más abundante y, a veces, más ácido. Este fenómeno se explica por los cambios hormonales y el aumento de ciertas bacterias en la piel.
Cabello fino, piel tirante
Cuantos menos estrógenos hay, más seca, fina y sensible se vuelve la piel. El cabello se adelgaza y pierde volumen, mientras que puede aparecer un ligero vello en el rostro. Estas transformaciones pueden ralentizarse con cuidados adecuados y un estilo de vida equilibrado.
E incluso… problemas digestivos
Hinchazón, ralentización intestinal, gases, pérdida de apetito: el sistema digestivo también reacciona a este cambio hormonal. Se ve afectado por la disminución de estrógenos, lo que interfiere en la digestión y en el metabolismo general.