El rostro de Emily se suavizó. “Claro, cariño”. Sonrió, pero había un destello de tristeza en sus ojos. Sabía que amaba a Sophia como si fuera suya, pero también sabía que quería otra hija que la llamara “mami” desde el principio.
Una mujer sonriente con un vestido | Fuente: Midjourney
Mientras conducíamos hacia el refugio, el aire en el coche estaba cargado de anticipación. Emily miraba por la ventana, dándole vueltas a su anillo de bodas.
“¿Estás bien?”, pregunté.
“Solo tengo miedo”, admitió. “¿Y si no encontramos un hijo que se sienta como… nuestro?”
Me acerqué y le apreté la mano. “Lo haremos. Es como siempre dices: el amor se abre camino”.
Una mujer nerviosa en un coche | Fuente: Midjourney
Al llegar, la directora del refugio nos recibió con calidez. La Sra. Graham era una mujer mayor de cabello plateado y ojos amables. “Bienvenidos. Me alegra mucho que estén aquí”.
Emily asintió con una pequeña sonrisa educada. “Gracias, Sra. Graham. Estamos emocionados y… un poco nerviosos”.
“Es natural”, dijo la Sra. Graham para tranquilizarnos. “¿Por qué no empezamos con una charla rápida en mi oficina?”
Una mujer sonriente en su oficina | Fuente: Pexels
En su acogedora oficina, rodeada de fotos de familias felices, le explicamos lo que buscábamos en un niño. “Estamos abiertos a cualquier origen”, dije. “Solo queremos sentir una conexión”.