Mi hija de 9 meses de embarazo apareció a las 5 AM, con la cara magullada. “Julián me golpeó”, lloró ella. Mi yerno llamó gruñendo:

“Me temo que eso no es posible. Por cierto, debo informarle que hace diez minutos se emitió una orden de protección legal en su contra. Si intenta contactar o acercarse a su esposa, será arrestado.”
Hubo un silencio aturdido, seguido de una risa áspera y fea. “¿De qué estás hablando? Ella se cayó. Ella es torpe. Y además, es mentalmente inestable.”
“No sabes con quién estás tratando”, gruñó. “Tengo conexiones . Tengo dinero. Te destruiré.”
“No, Julián”, dije, con una sonrisa fría tocando mis labios. “No sabes con quién estás tratando. Fui investigador durante veinte años. Mis conexiones son más antiguas y profundas que las tuyas. Y a diferencia de ti, sé cómo funciona el sistema desde adentro.”

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