Aunque ambas aportan beneficios similares, existen pequeñas diferencias que pueden influir en la elección dependiendo de las necesidades de cada persona.
1. Naranjas grandes: más jugo, menos concentración de nutrientes
Las naranjas grandes suelen tener más agua y jugo, lo que las hace perfectas para preparar zumos o jugos naturales. Sin embargo, al tener un mayor contenido de líquido, sus nutrientes —como la vitamina C y los antioxidantes— están ligeramente más diluidos.
Aun así, son una excelente opción para mantener una buena hidratación y cuidar la piel desde dentro, algo esencial a medida que envejecemos.
2. Naranjas pequeñas: más sabor y concentración de nutrientes
Las naranjas más pequeñas suelen ser más dulces y aromáticas, y al tener menos agua, su contenido nutricional es más concentrado. Esto significa que en menor cantidad pueden aportar más vitamina C, calcio y flavonoides, potentes antioxidantes que ayudan a reducir el envejecimiento celular.
Además, son ideales para comer enteras, con su pulpa y fibra natural, lo que mejora la digestión y regula el colesterol.