Las salchichas, el jamón y los embutidos en general se encuentran entre los alimentos más consumidos por los niños en meriendas y comidas rápidas.
Sin embargo, estos productos contienen conservantes, colorantes artificiales y compuestos como nitratos y nitritos, clasificados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como potencialmente cancerígenos.
En organismos en pleno desarrollo, el riesgo es todavía mayor.
La mejor opción es sustituir los embutidos por fuentes naturales de proteína, como pollo, pescado, huevos o legumbres.
2. Refrescos y bebidas azucaradas
Los jugos artificiales y los refrescos, tan atractivos por sus envases coloridos, esconden grandes cantidades de azúcar y aditivos químicos.
Su consumo frecuente puede provocar obesidad, aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 e incluso favorecer alteraciones celulares asociadas al cáncer.
Una medida sencilla de prevención es priorizar el agua, los jugos naturales diluidos o las infusiones sin azúcar.
3. Frituras y comida rápida
Las papas fritas, los nuggets y los productos industriales para freír contienen grasas trans, exceso de sal y sustancias como la acrilamida, que se forma a altas temperaturas y ha sido asociada con el riesgo de cáncer en diversos estudios.
Además de debilitar el sistema inmunológico, estos alimentos pueden condicionar hábitos alimentarios poco saludables para toda la vida.
Cocinar en casa con ingredientes frescos es una alternativa más sana y económica.