No necesita mantequilla ni leche: el bustrengolo, el dulce tradicional de las monjas, es saciante y saludable para el corazón. En el convento, lo preparaban sin nada, ¡y aun así es uno de los postres más deliciosos!

En un bol grande, verter la harina de maíz y añadir poco a poco el agua tibia, removiendo con una cuchara de madera.

Seguir mezclando hasta obtener una polenta suave y homogénea.

Añadir la levadura.

Añadir la mitad del sobre de levadura y mezclar de nuevo.

Dejar reposar la masa, tapada, durante unas 4 horas a temperatura ambiente: durante este tiempo, adquirirá más cuerpo y aroma.

Enriquecer la masa.

Tras el reposo, añadir el endulzante de su elección, la ralladura de limón, las nueces troceadas, las pasas bien escurridas, los piñones y las manzanas en dados.

Añadir el licor de naranja y dos cucharadas de aceite de oliva virgen extra.

Mezclar bien con una cuchara: la masa debe quedar suave pero no líquida, con abundantes trozos de fruta y aromas.

Hornear.

Vierta la mezcla en un molde para pastel engrasado (de 22 a 24 cm de diámetro) y alísela con el dorso de una cuchara.

Hornee en un horno precalentado a 180 °C (350 °F) durante unos 50 minutos, hasta que la superficie esté dorada y la casa huela a cítricos y manzana.

Deje enfriar y sirva.

Deje enfriar, espolvoree con un poco de azúcar glas y corte en rebanadas generosas.

También está delicioso al día siguiente, quizás ligeramente recalentado: la textura se vuelve aún más húmeda y aromática.

¿Por qué es bueno para ti?

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