No te dejaré. Lo prometo”: cómo un desconocido se convirtió en padre siguiendo el llamado de su corazón.

Nicolás Arroyo caminaba apresurado por la ciudad. Pensaba en reuniones, contratos, inversiones. Desde que Elena, su esposa, había fallecido, el trabajo era su única razón para seguir.
Pero entonces, una voz débil lo detuvo:
Señor… por favor, lleve a mi hermanita. Tiene hambre…

Era un niño de unos siete años. Estaba flaco, mal vestido, con ojos llenos de lágrimas. En sus brazos sostenía un bultito envuelto en una manta desgastada: una bebé que lloriqueaba suavemente.

—¿Dónde está tu mamá? —preguntó Nicolás, agachándose.

—Dijo que volvía pronto… pero ya pasaron dos días —susurró el niño.

El niño se llamaba Adrián, y la bebé, Lucía. No tenían a nadie. Sin notas, sin dirección. Solo hambre… y esperanza.


Un cambio en el corazón

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