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Antes de escurrirla, aparta una o dos tazas de agua caliente en un recipiente.
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Usa pinzas para sacar la pasta directamente del agua y añadirla a la sartén con la salsa.
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Si usas pasta corta, puedes retirarla con un cucharón de araña (colador redondo).
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Agrega el agua poco a poco a la salsa mientras la mezclas, hasta lograr la textura deseada.
⚠️ Consejo extra:
No enjuagues la pasta después de cocerla (a menos que vayas a usarla en una ensalada fría). El almidón que queda ayuda a que la salsa se “pegue” mejor.
En resumen:
El agua de la pasta no es un simple desecho, sino un ingrediente mágico que puede elevar tus platos al siguiente nivel. Así que la próxima vez que cocines pasta… ¡piénsalo dos veces antes de tirarla al fregadero! 🍝✨