Hay personas que pueden tener Helicobacter pylori sin mostrar ningún síntoma, pero en otros casos el cuerpo empieza a mandar señales de alerta. Entre las más comunes están el dolor o ardor en la parte superior del abdomen, sensación de llenura después de comer muy poco, gases, eructos frecuentes, pérdida del apetito, náuseas y, en casos más avanzados, vómitos con sangre o heces oscuras.
Un detalle importante es que estos síntomas se confunden fácilmente con una simple gastritis o indigestión, por lo que muchas personas pasan meses o años sin saber que la bacteria está ahí, irritando el estómago día tras día.
Diagnóstico: la importancia de saber lo que realmente tienes
El diagnóstico correcto es la clave. Hay varias pruebas que los médicos utilizan para detectar la presencia de Helicobacter pylori, entre ellas el test del aliento, el examen de heces y, en algunos casos, una endoscopía con biopsia. Son procedimientos sencillos, pero fundamentales para saber si la bacteria está activa y si ha causado daño en el estómago.
No basta con asumir que “seguro tengo gastritis” y tomar antiácidos sin control. Esas medicinas alivian momentáneamente el ardor, pero no eliminan la causa del problema.
Tratamiento médico: el primer paso para eliminarla
Cuando se confirma la presencia de Helicobacter pylori, el médico suele indicar un tratamiento que combina antibióticos y medicamentos para reducir la acidez estomacal. Este tratamiento, conocido como “terapia triple” o “cuádruple”, dura entre 10 y 14 días, dependiendo del caso.
Los antibióticos atacan directamente la bacteria, mientras que los inhibidores de la bomba de protones ayudan a cicatrizar la mucosa del estómago y reducen la acidez que le permite sobrevivir. Es fundamental seguir las indicaciones al pie de la letra, sin suspender las dosis antes de tiempo, porque la bacteria puede volverse resistente y más difícil de eliminar.
El papel de la alimentación en la recuperación
Aquí viene la parte que muchos subestiman: la dieta. Aunque los medicamentos son esenciales, la alimentación juega un papel decisivo en la recuperación del estómago. Cuando tienes Helicobacter pylori, el revestimiento gástrico está irritado, por lo que ciertos alimentos pueden empeorar el cuadro.
Durante el tratamiento (y después), conviene evitar comidas picantes, frituras, embutidos, café, alcohol, refrescos y cualquier alimento ácido como los cítricos o el tomate. En su lugar, es mejor optar por una dieta suave, rica en frutas no ácidas, vegetales cocidos, sopas, pollo o pescado al vapor y alimentos con probióticos naturales, como el yogur o el kéfir, que ayudan a restablecer la flora intestinal.
Alimentos que ayudan a combatir la Helicobacter pylori