trozos más o menos iguales. Dejamos reposar los trozos unos minutos y después los estiramos con la ayuda de un rodillo. Lo ideal es que nos queden panecillos aplastados de unos cinco milímetros de grosor, en los que podemos espolvorear algunas semillas.
Precalentamos el horno a 250º C., con calor por arriba y por abajo. Mientras se calienta, vamos colocando los panecillos en una bandeja de horno forrada con papel de horno. Cuando el horno esté caliente metemos el pan y dejamos que se haga durante unos diez minutos.
En cuanto saquemos los panes del horno los colocamos entre dos paños de cocina, para que no se pongan duros, y los llevamos a la mesa. ¡Exquisitos!
