En los 80 y 90 la decoración era simple:
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Espolvorear azúcar glas sobre la superficie
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Añadir un glaseado ligero de limón
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Cubrir con chocolate derretido
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Incorporar frutas frescas, como fresas o rodajas de plátano
Lo importante no era la estética, sino el sabor y la calidez del momento compartido.
El pastel como protagonista familiar
Este pastel no era solo un postre; era el centro de las celebraciones: cumpleaños, bautizos, meriendas de domingo. Incluso se horneaba en días ordinarios, solo para sorprender a la familia. Esa naturalidad convirtió al pastel en un símbolo de hogar.
Conexión entre generaciones
Cada vez que preparo este pastel, siento la conexión con mi infancia y transmito a mis hijos el mismo cariño que mi madre ponía en cada receta. La cocina une generaciones, y este pastel es un legado familiar.