En lugar de nueces, puedes usar almendras, avellanas o incluso pecanas para un sabor diferente.
Si no tienes pudín de vainilla, puedes sustituirlo por maicena y un poco de esencia de vainilla, pero el pudín contribuye a la textura ligeramente cremosa, así que recomiendo conservarlo.
Añade ralladura de naranja o limón a la masa para un toque de frescura y un aroma veraniego.
Sustituye parte del azúcar por miel o sirope de agave para una versión más saludable y sabrosa.
Si quieres convertir el pastel en un postre más exquisito, sírvelo con nata montada fresca o salsa de chocolate.
Cómo me gusta servir esta receta
Me encanta servido ligeramente tibio, recién salido del horno, con una taza de café fuerte o un capuchino espumoso. En primavera, lo acompaño con un bol de fruta fresca para un contraste refrescante, y en invierno, lo disfruto con una generosa cucharada de yogur griego con miel. También es perfecto para ocasiones informales cuando llegan amigos de improviso, ¡porque se prepara en un santiamén y a todos les encanta!
Notas: Puedes conservar el pastel a temperatura ambiente, bien tapado, hasta 2 días sin que pierda su sabor ni su textura.
Para recalentarlo, calienta una porción brevemente en el microondas (10-15 segundos) o hornéala durante 5 minutos para que se mantenga ligeramente caliente y suave.
Conclusión: Esta receta es un verdadero tesoro para esos días en que buscas algo rápido, pero con un sabor auténtico y una textura que se combina a la perfección. El sabor crujiente de los frutos secos se entrelaza con la suavidad del pudín, creando un pastel que se deshace en la boca: ¡seguro que se convertirá en uno de tus favoritos!