Jugosa pechuga de pollo dorada a la sartén, coronada con una sedosa salsa de queso y acompañada de patatas asadas crujientes por fuera y tiernas por dentro. Un plato reconfortante que combina técnica sencilla y sabor intenso, ideal para una comida de diario con toque especial o para quedar bien con invitados sin complicarse. La salsa, cremosa y aromática, realza el pollo sin tapar su sabor, mientras las patatas se hornean solas hasta quedar perfectas. Todo en una receta práctica, equilibrada y lista en menos de una hora.
1. Precalienta el horno a 220 °C con calor arriba y abajo. Lava las patatas y córtalas en gajos del mismo grosor para una cocción uniforme. Sécalas bien: la humedad impide que queden crujientes.
2. Mezcla las patatas con 15 ml de aceite (1 cucharada), 3 g de sal (1/2 cucharadita), pimentón y la mitad de la pimienta. Colócalas en una bandeja amplia sin amontonarlas. Asa 25–30 minutos, dándoles la vuelta a mitad de cocción.
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3. Seca el pollo con papel de cocina. Sazona con 3–4 g de sal (aprox. 3/4 cucharadita) y el resto de pimienta. Opcional: masajea con 5 ml de aceite (1 cucharadita) para mejor dorado.
4. Calienta una sartén amplia a fuego medio-alto. Dora las pechugas 2–3 minutos por lado sin moverlas para formar costra. Transfiere a una bandeja y termina al horno 8–10 minutos, según grosor, hasta llegar a 70–72 °C en el centro (o jugos claros).
5. Mientras el pollo termina, prepara la salsa: en la misma sartén a fuego medio, funde la mantequilla. Añade el ajo picado y sofríe 30 segundos sin que se dore. Incorpora la harina y cocina 1 minuto, removiendo, para eliminar sabor a crudo.
6. Vierte poco a poco la leche y la nata, templadas si es posible, batiendo con varillas para evitar grumos. Cocina 3–4 minutos hasta espesar suavemente (textura napante).
7. Baja el fuego y añade los quesos rallados en tandas, mezclando hasta fundir. Agrega la mostaza y la nuez moscada. Ajusta de sal y pimienta. Si la salsa queda muy densa, incorpora caldo de pollo hasta lograr la consistencia deseada.
8. Retira el pollo del horno y déjalo reposar 3–5 minutos sobre una rejilla; así retiene sus jugos. Corta en filetes al bies si lo prefieres.
9. Termina la salsa con el zumo de limón para equilibrar y añade perejil picado. Manténla a fuego muy bajo para que no se agarre; si espesa, un chorrito de leche o caldo la recupera.
10. Sirve las pechugas con una generosa cucharada de salsa de queso por encima y acompaña con las patatas asadas. Consejo final: si las patatas necesitan extra de crujiente, súbelas a 230 °C los últimos 3 minutos.