“¿Ves eso?”, preguntó, señalando su tenedor, suspendido entre el plato y la boca. Pequeños puntos negros. Diminutos. Demasiado regulares para ser aleatorios, pero lo suficientemente discretos como para pasar desapercibidos. En aquel momento, pensamos que eran semillas de chía . Al fin y al cabo, están de moda, ¿no? Pero algo andaba mal. Esa duda se convirtió rápidamente en inquietud.
Cuando la duda da paso al asombro
Y entonces… se movieron. Sí, estas “semillas” no estaban quietas. Al observarlas más de cerca, eran translúcidas, como pequeñas burbujas con un punto oscuro dentro. ¡¿Huevos de insecto?! O mejor dicho, huevos de chinche de una especie muy rara. Se nos heló la sangre. Uno de esos momentos surrealistas en los que todo parece irreal, excepto nuestros instintos gritando: “¡Esto no es normal!”.