Aparte, en un mortero machacamos cuatro dientes de ajo, con un poquito de tomillo, una pizca de sal y perejil fresco al gusto. Con la mezcla, rellenamos el pollo.
Ponemos el horno a precalentar a 180º C, con aire por arriba y por abajo. Mientras que se calienta, partimos el limón en rodajas y las incorporamos al pollo, por la parte de dentro.
A continuación dejamos el pollo en una bandeja apta para el horno y lo regamos con una copa de vino fino. Lo introducimos al horno unos 20 minutos, hasta que esté dorado.
Después, sacamos la fuente del horno, damos la vuelta al pollo y lo regamos con el jugo que ha ido soltando. Lo introducimos de nuevo otros 20 minutos. Si es necesario algo de tiempo más se lo damos. Lo importante es que esté dorado. Cada cierto tiempo lo echamos un vistazo y aprovechamos para irle bañando con sus jugos o con un poco más de vino, si vemos que está quedando muy seco.
Cuando esté listo, sacamos la fuente, retiramos el limón que habíamos puesto en su interior, y emplatamos, bañándolo por última vez con su propia salsa. ¡Riquísimo!