Cocina la pasta según las instrucciones del paquete hasta que esté al dente.
Escúrrela, reservando un poco del agua de cocción.
Sazona el pollo con sal y pimienta.
En una sartén grande, calienta el aceite a fuego alto.
Añade el pollo y dóralo por ambos lados, hasta que esté bien cocido (por eso es importante cortarlo en trozos pequeños).
Retira el pollo y resérvalo.
En la misma sartén, añade 1 cucharada de aceite de oliva y 2 cucharadas de mantequilla.
Añade los champiñones y cocínalos hasta que estén dorados y blandos.
Añade el ajo picado y remueve bien para integrar los sabores.
Añade el caldo de pollo y remueve bien para desglasar la sartén con los jugos que hayan quedado del pollo.
Añade la nata líquida, el queso parmesano y el tomillo.
Remueve hasta que la salsa esté suave y haya espesado ligeramente.
Vuelve a poner el pollo en la sartén junto con la pasta cocida.
Mezcla bien.
Si la salsa está demasiado espesa, añade un poco del agua de cocción de la pasta reservada.
Ajusta la sazón con sal y pimienta si es necesario.
Al servir, espolvorea con perejil picado y queso parmesano rallado (opcional).