Cuando pensamos en el inicio de la vida, solemos imaginar un proceso guiado por moléculas, hormonas y genes. Pero un nuevo estudio publicado en la prestigiosa revista Science Advances revela algo sorprendente: el éxito de la implantación del embrión también depende de la fuerza física que este ejerce sobre el útero.
El estudio, demuestra que los embriones humanos y los de ratón usan tracción mecánica —una especie de empuje o presión celular— para abrirse camino en el tejido uterino, y que esa fuerza varía según la especie. Este descubrimiento podría cambiar la forma en que entendemos la fertilidad, los abortos espontáneos y los tratamientos de reproducción asistida.
Los investigadores observaron por primera vez cómo un embrión “empuja” para implantarse
Uno de los mayores retos en biología del desarrollo es ver en tiempo real lo que ocurre cuando un embrión se implanta en el útero. Este proceso en humanos sucede de manera oculta dentro del cuerpo materno.
Para superar esa limitación, el equipo de científicos creó una plataforma de observación “ex vivo” (fuera del cuerpo), con un gel que imita el tejido uterino humano. En él, colocaron embriones humanos y de ratón para observar, mediante microscopía 4D, cómo se comportaban al intentar implantarse.
Lo que encontraron fue fascinante: los embriones generan tracción y remodelan el tejido que los rodea, aplicando fuerza para anclarse y comenzar el desarrollo.
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Los embriones humanos y los de ratón implantan de formas distintas
El estudio mostró que los embriones humanos y los de ratón utilizan estrategias mecánicas diferentes para implantarse:
Los embriones de ratón tienden a expandirse sobre la superficie del tejido, empujando de forma radial y uniforme, como si “se acostaran” sobre el útero.
En cambio, los embriones humanos se insertan más profundamente, ejerciendo múltiples puntos de tracción para “excavarse” dentro del tejido uterino, hasta quedar completamente rodeados por él.
En otras palabras, los humanos se entierran más, mientras que los ratones se apoyan más superficialmente. Esta diferencia explica por qué en los humanos la implantación es más invasiva —y también más delicada—, mientras que en los ratones el proceso es más rápido y menos profundo.
Los embriones con problemas implantan con menos fuerza
El equipo también descubrió algo crucial para la medicina reproductiva: los embriones humanos que no lograban implantarse correctamente ejercían menos fuerza sobre el tejido.