Dependiendo del ámbito, se pueden distinguir dos grandes tipos de azar:
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Azar epistemológico
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Surge como consecuencia del nivel de conocimiento que tenemos sobre un fenómeno.
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Ejemplo: no predecir exactamente el clima porque aún desconocemos todas las variables que lo determinan.
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Azar ontológico
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Es el azar que no puede reducirse al conocimiento disponible, porque forma parte de la naturaleza misma del fenómeno.
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Ejemplo: ciertos procesos cuánticos que parecen intrínsecamente impredecibles.
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Reflexión final
Las personas confían en el azar porque, en medio de la incertidumbre, lo consideran un factor neutral que puede jugar tanto a favor como en contra. En ocasiones, recurrimos al azar como una forma de delegar decisiones (ejemplo: lanzar una moneda) o como un consuelo psicológico frente a lo que no podemos controlar.
En definitiva, el azar nos recuerda que la vida no siempre es lineal ni predecible, y que muchas veces lo inesperado puede marcar la diferencia.