La fibromialgia es una condición caracterizada por dolor crónico, cansancio extremo, problemas de sueño y una alta sensibilidad en todo el cuerpo. Aunque no existe una cura definitiva, sí es posible reducir los síntomas y mejorar significativamente la calidad de vida aplicando métodos naturales que han demostrado ser útiles en muchas personas.
Alimentación antiinflamatoria
La dieta es uno de los factores que más influye en la intensidad del dolor. Una alimentación antiinflamatoria ayuda a disminuir la inflamación interna, mejorar la energía y reducir la sensibilidad del sistema nervioso.
Recomendaciones: incluir frutas y verduras frescas, pescados ricos en omega-3 como salmón y sardinas, cúrcuma combinada con pimienta negra, jengibre, aceite de oliva extra virgen, avena, quinoa y arroz integral.
Evitar el consumo de azúcar, harinas refinadas, embutidos, frituras y gluten, ya que muchas personas con fibromialgia presentan mejoría al reducirlo o eliminarlo.
Mindfulness y reducción del estrés
El estrés actúa como un detonante directo de los síntomas. El sistema nervioso de quienes viven con fibromialgia suele estar en un estado de alerta constante, lo que amplifica la percepción del dolor.
Prácticas recomendadas: meditación diaria de 10 a 15 minutos, respiración profunda, yoga suave, relajación muscular progresiva y técnicas de EFT o tapping. Estas herramientas ayudan a regular el sistema nervioso y disminuir brotes dolorosos.
Higiene del sueño
Dormir profundamente es fundamental, ya que la falta de sueño reparador aumenta la sensibilidad al dolor y disminuye la energía.
Recomendaciones: mantener horarios regulares para dormir y despertar, evitar pantallas al menos una hora antes de acostarse, crear una rutina de relajación nocturna y usar infusiones naturales como manzanilla, pasiflora o valeriana. Reducir la cafeína después de la tarde también mejora el descanso.
Movimiento físico suave