Cómo servirlas:
Las remolachas asadas quedan perfectas en ensaladas, bowls con cereales integrales, o como guarnición para carnes y pescados. Una combinación ideal es con rúcula, queso de cabra y una vinagreta simple.
Conservación:
Guardalas en un recipiente hermético en la heladera hasta 4 días. También podés freezarlas una vez cocidas: dejalas enfriar, cortalas en rodajas o cubos, y almacenalas hasta 6 meses.
Variantes para sumar remolacha a tu dieta
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Ensalada de remolacha: mezclá con queso feta, nueces y un chorrito de aceto balsámico.
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Jugo natural: licuá remolacha (cruda o cocida) con manzana, jengibre y zanahoria.
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Sopa de remolacha: cocinala con caldo de verduras, cebolla y ajo, y procesá para obtener una crema suave.
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Chips al horno: cortá láminas finas, rociá con aceite de oliva y sal, y horneá a 180°C durante 20-25 minutos.
Preguntas frecuentes
¿Por qué me siento con más energía después de comer remolacha?
Por sus nitratos naturales, que mejoran la circulación y el oxígeno muscular, aportando un «boost» de energía natural.
¿Ayuda con la digestión?
Sí. Su fibra favorece el tránsito intestinal y sus compuestos naturales apoyan la función hepática.
¿Es normal que cambie el color de la orina?
Totalmente. Algunas personas notan un tono rojizo tras comer remolacha. Es inocuo y temporal.
¿Tiene contraindicaciones?
Consumida con moderación, es segura. Pero si tenés problemas de presión baja o cálculos renales, consultá con tu médico antes de aumentar su consumo.
¿Sirve para mejorar el rendimiento físico?
Sí. Está comprobado que los nitratos de la remolacha mejoran la resistencia y el rendimiento deportivo.