1. Parmigiano Reggiano
Este queso duro y curado de origen italiano es uno de los más seguros para personas con intolerancia. Se madura durante al menos 12 meses, lo que reduce la lactosa a niveles prácticamente nulos. Es perfecto para rallar sobre pastas, risottos o sopas.
2. Pecorino
El pecorino, elaborado con leche de oveja, también es un queso duro y curado, con un sabor intenso y salado. Su proceso de maduración elimina casi toda la lactosa. Ideal para picadas o gratinados.
3. Brie
Aunque es un queso blando, el brie se fermenta con cultivos específicos que reducen considerablemente la lactosa. Es cremoso, suave y perfecto para untar sobre pan o acompañar con frutas secas.
4. Queso azul
Variedades como el roquefort, gorgonzola o stilton se fermentan con mohos comestibles, lo que disminuye su contenido de lactosa. Son ideales para preparar salsas intensas, untables o sumar a ensaladas sofisticadas.
5. Gouda
Cuando se cura por al menos 6 meses, el gouda reduce notablemente su contenido de lactosa. Tiene un sabor suave y ligeramente dulce, ideal para sandwiches, picadas o gratinar.
6. Gruyère
Este queso suizo madurado durante varios meses es otra opción excelente. Tiene una textura firme y un sabor profundo que lo hace ideal para fondues, gratinados o simplemente en lonchas.
7. Camembert
Similar al brie, este queso blando y de fermentación superficial puede contener trazas mínimas de lactosa. Su sabor suave y su textura cremosa lo hacen excelente para acompañar tostadas o servir con mermeladas.
8. Havarti
Este queso semiblanda danés, especialmente si está curado, es una buena alternativa para personas sensibles a la lactosa. Es suave, cremoso y muy versátil para usar en tostados o platos calientes.
9. Queso feta
Tradicionalmente hecho con leche de cabra u oveja, el feta fermenta y madura en salmuera, lo que reduce su contenido de lactosa. Es salado, firme y perfecto para ensaladas, tartas o como acompañamiento.
Tips y consejos útiles:
Preferí siempre los curados o fermentados: Cuanto más madurado esté un queso, menor será su contenido de lactosa.
Leé las etiquetas: Aunque sean quesos naturalmente bajos en lactosa, revisá que no tengan leche o suero añadido.
Probá en pequeñas porciones: Si tenés intolerancia leve, empezá con una pequeña cantidad y evaluá cómo reacciona tu cuerpo.
No todos los quesos frescos son aptos: Evitá los quesos blandos tipo ricota, port salut, queso crema o mozzarella fresca, que suelen tener mayor cantidad de lactosa.
Combiná con otros alimentos: Consumirlos acompañados de fibra o grasas saludables puede ayudar a tolerarlos mejor.
Como ves, la intolerancia a la lactosa no significa renunciar al sabor.
Conociendo las opciones adecuadas, podés disfrutar de muchísimos quesos sin problemas.