Razones por las que los hijos dejan de visitar a sus padres

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Muchos padres siguen apegados a la versión de su hijo que existía hace años: el estudiante, el deportista, el soñador. Pero ese niño ha crecido.

Si las conversaciones siempre tratan sobre el pasado («¡Te encantaba esto!», «¿Te acuerdas de cuando eras pequeño?»), la persona que es ahora se siente invisible.

No ser visto por tus propios padres es un tipo de soledad único, que aleja incluso a los hijos más cariñosos.

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Un amor que duele a ambas partes
La verdad es que este desamor es mutuo. Los padres no son villanos y los hijos no son desagradecidos. Todos lo intentan, solo que de manera diferente.

Los padres lo sienten como un rechazo. Para los hijos, se siente como una supervivencia.

La reconexión no comienza con culpa, sino con curiosidad. Pregunta quiénes se han convertido, no qué han olvidado. Escucha para comprender, no para defenderte. Di «lo siento», aunque te resulte incómodo.

Porque la tragedia no es que dejaran de visitarte, sino que las visitas dejaron de hacerte sentir como en casa.

Si esto te ha emocionado, compártelo con alguien que pueda necesitar leerlo hoy. A veces, la distancia más difícil de cruzar es la que hay entre el amor y la comprensión, pero nunca es demasiado tarde para intentarlo.

 

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