En muchas ocasiones, cuando aparece dolor, molestia o sangrado en la zona anal, la reacción más común es asumir que se trata de hemorroides. La pena, el miedo o la costumbre llevan a miles de personas a restarle importancia a síntomas que pueden tener un origen completamente distinto. Esta práctica es riesgosa, porque no todo lo que causa irritación, sangrado o un bulto en esa área corresponde a un problema hemorroidal, y confiarse puede llevar a diagnósticos tardíos que complican el panorama.
Las hemorroides son venas que se inflaman en el extremo final del recto o alrededor del ano. Aunque pueden causar dolor considerable, suelen ser una afección benigna. Entre los síntomas más habituales se encuentran la sensación de ardor, comezón, molestia al evacuar y la presencia de un pequeño bultito que se percibe al tocar. Asimismo, es común que aparezca sangrado rojo brillante, especialmente durante o después de la evacuación. Pese a que es una condición incómoda, su origen y comportamiento no corresponden a un proceso maligno. Sin embargo, su semejanza con otras patologías puede generar confusión.
Entre esos diagnósticos posibles se encuentra el cáncer de ano, una enfermedad menos frecuente que otros tipos de cáncer, pero que en los últimos años ha mostrado un incremento notable en diferentes regiones. Este tipo de tumor afecta el tejido del canal anal y suele estar relacionado con la infección por el virus del papiloma humano (VPH), además de otros factores de riesgo como el tabaco o un sistema inmunológico debilitado. El gran problema radica en que, durante sus etapas iniciales, puede manifestarse de manera muy similar a las hemorroides, lo que retrasaría la detección y el tratamiento.