Contiene más de 90 nutrientes y 46 antioxidantes, entre ellos vitamina C, calcio, hierro, magnesio, potasio y aminoácidos esenciales.
Estos componentes pueden reforzar el sistema inmunológico, limpiar las células y combatir la inflamación.
Lo interesante es que cuando se combina con jugo de naranja o limón, se multiplica su efecto antioxidante, ya que la vitamina C ayuda a que el cuerpo absorba mejor los compuestos activos de la moringa.
Y aquí es donde empieza la magia.
Una historia real: la transformación de Haruko
Haruko Tanaka, 82 años, médica jubilada de Tokio, fue una de las primeras en divulgar esta costumbre entre sus pacientes mayores.
A los 70, sufría de fatiga, presión alta y falta de concentración. Decidió seguir el consejo de un monje zen: tomar cada mañana un vaso de agua de moringa con limón fresco.
“Los primeros días solo noté un ligero frescor, pero en dos semanas mi energía cambió. Sentía que mi mente se despejaba”, cuenta.