La fatiga es uno de los primeros avisos. Ese cansancio que no se quita con dormir bien, que aparece incluso si no has hecho gran cosa. ¿Por qué pasa? Porque cuando la glucosa no entra a las células como debería, el cuerpo no obtiene la energía que necesita. Y ahí empieza el agotamiento constante. Algunas personas lo describen como un “pesadez” general, como si el cuerpo trabajara en cámara lenta.
Mucha sed, demasiada sed
Beber agua está bien, pero cuando notas que todo el día estás con la boca seca, que necesitas tomar líquidos a cada rato y que ni siquiera el agua te da alivio duradero, es una señal para prestar atención. Esa sed excesiva ocurre porque el cuerpo intenta eliminar el exceso de azúcar a través de la orina, y naturalmente pierdes más líquidos de lo normal.
Ganas de orinar con frecuencia
Si te encuentras yendo al baño todo el día —y también varias veces durante la noche— es otra advertencia. No solo porque es incómodo, sino porque está directamente ligado a los altos niveles de glucosa. Este síntoma suele andar de la mano con la sed exagerada.
Hambre constante aunque hayas comido
Es una situación confusa: comes, te sientes lleno un rato y luego, como si nada, vuelve el hambre rápido. Esto pasa porque el cuerpo no está usando bien la glucosa, así que siente que necesita más energía, aunque la comida esté ahí. Es una especie de círculo repetitivo que muchas personas pasan por alto.
Cambios repentinos en la visión
¿Has sentido que la vista se te nubla por momentos, o que tienes dificultad para enfocar? Puede ser otra señal. Cuando la glucosa sube, afecta los fluidos alrededor del ojo y la forma en que el ojo enfoca. Esta visión borrosa puede aparecer por periodos y luego mejorar, pero no debe ignorarse.
Hormigueo o entumecimiento en manos y pies
Aunque este es un síntoma más relacionado con la diabetes tipo 2 ya avanzada, también puede aparecer en personas con pre-diabetes. Ese hormigueo incómodo, como “alfileritos”, o incluso pérdida de sensibilidad, es señal de que los nervios están empezando a resentirse por los niveles elevados de azúcar.
Infecciones frecuentes o heridas que tardan en sanar
Cuando el sistema inmunológico está batallando contra un desbalance en el azúcar, no responde igual. Por eso, algunas personas empiezan a notar infecciones recurrentes, especialmente en la piel, encías o zonas íntimas. También puede suceder que un simple rasguño tome más días de lo normal en cerrar.
Aumento de peso sin razón aparente