Si alguna vez has visto troncos de árboles pintados de blanco, debes saber que esta pintura va mucho más allá de una simple estética.

La pintura blanca crea una barrera que los desorienta y dificulta su ascenso. Algunas recetas de pintura contienen ingredientes naturales, como aceite de neem o tierra de diatomeas, que tienen propiedades repelentes.
Esto protege al árbol sin necesidad de pesticidas ni productos químicos dañinos. Reducción de Hongos y Enfermedades La humedad es una de las principales causas de hongos y podredumbre en los troncos de los árboles.
Cuando el agua se acumula en pequeñas grietas de la corteza, crea un ambiente perfecto para el crecimiento de moho y otros microorganismos.
La pintura blanca ayuda a prevenir este problema: sella las microgrietas, impide la penetración de agua y, al ser porosa, permite que el tronco respire.
Esto ayuda a mantener la corteza seca y sana, especialmente en regiones muy húmedas. Protección contra roedores En los meses fríos, cuando escasea el alimento, conejos,
roedores e incluso ciervos suelen roer los troncos de los árboles. Este comportamiento puede causar graves daños e incluso la muerte del árbol. El color blanco y la textura de la pintura, a veces enriquecida con aceites esenciales de menta o ajo,
son suficientes para mantener alejados a estos visitantes indeseados. Es un método simple, eficaz y totalmente natural. ¿Qué pintura usar y cuándo aplicarla? ¡No cualquier pintura blanca sirve! Lo ideal es utilizar productos diseñados específicamente para uso agrícola, a base de cal, arcilla o látex hortícola. Estas fórmulas son ecológicas, permiten que el tronco respire y además ofrecen una buena protección. Aplíquelo con una brocha,
cubriendo el tronco hasta unos 50 centímetros de altura. La mejor época para pintar es a finales de otoño o principios de invierno, antes de las primeras heladas. Más sobre:

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