Si alguna vez te has preguntado si la miel que tienes en casa es realmente pura, existe una prueba sencilla que puedes hacer:

Se toma solo una muestra para hacer la prueba porque exponer la miel al calor, incluso por unos segundos, puede alterar sus propiedades más valiosas. El calor excesivo destruye enzimas, reduce flavonoides y modifica los aromas naturales que hacen de la miel un alimento vivo. Además, un mal calentamiento puede oscurecerla y darle un sabor artificial, con notas de caramelo que no reflejan su origen floral. Por eso también es importante guardar la miel en un lugar fresco donde no soporte altas temperaturas ni por el ambiente ni por electrodomésticos cercanos que despidan calor.

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