Sí, son magdalenas… ¡pero no te harán engordar! Avena, plátanos y nueces para un desayuno saludable y realmente saciante.

1. Colocar los copos de avena y la leche en un bol. Remover con una espátula y dejar reposar unos minutos, hasta que la avena se ablande y absorba todo el líquido.

2. En otro bol, casca los huevos y bátelos con unas varillas.

3. Machaca bien los plátanos con un tenedor (deben quedar casi cremosos) y añádelos a los huevos. Agrega el edulcorante líquido y mezcla bien.

4. Incorpora la mezcla de huevo y plátano a la avena remojada, removiendo con una espátula hasta obtener una masa espesa pero suave.

5. Añade el cacao, la levadura en polvo y, por último, las nueces picadas. Mezcla hasta que todos los ingredientes estén bien integrados.

6. Engrasa ligeramente los moldes para magdalenas (o usa cápsulas de papel) con un poco de aceite de aguacate y vierte dos cucharadas de masa en cada uno. Alisa la superficie.

7. Hornea en un horno precalentado a 180 °C (350 °F) durante unos 30 minutos.

Comprueba la cocción con un palillo: si sale limpio, están listas.

8. Déjalos enfriar y, si quieres un toque más dulce, espolvoréalos ligeramente con azúcar glas.

Consejos y variaciones
Puedes sustituir las nueces por avellanas, almendras o virutas de chocolate negro.

Si te gustan más dulces, añade una cucharada de miel o sirope de arce.

Se conservan blandos durante 2 o 3 días en un recipiente hermético, o puedes congelarlos y recalentarlos cuando quieras.

También son ideales para el desayuno con una cucharada de yogur o un chorrito de crema de avellanas.

Suelo prepararlos los fines de semana: llenan la casa con el aroma a plátano y cacao, y la textura es perfecta: jugosos por dentro, con las nueces apenas crujientes.

Son esos postres deliciosos que te hacen sentir bien sin remordimientos.

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