1. Sofocos y sudores nocturnos
Los sofocos son uno de los síntomas más característicos. Se presentan como una ola de calor repentino que recorre el cuerpo, especialmente la cara, cuello y pecho, y suele estar acompañada de sudoración y, a veces, palpitaciones. Durante la noche, estos episodios pueden interrumpir el sueño.
2. Trastornos del sueño
El insomnio, la dificultad para dormir profundamente y los despertares frecuentes afectan a muchas mujeres. A menudo, esto se relaciona directamente con los sofocos nocturnos y el desequilibrio hormonal.
3. Cambios de humor
La ansiedad, la tristeza sin motivo aparente, la irritabilidad o incluso la depresión son comunes. Las hormonas sexuales influyen en la química cerebral, lo que explica estos cambios emocionales.
4. Fatiga persistente
El cansancio físico y mental constante es otro síntoma frecuente, derivado tanto de los trastornos del sueño como de los cambios hormonales.
5. Sequedad vaginal y disminución del deseo sexual
La reducción del estrógeno afecta la lubricación natural de la vagina, provocando molestias o dolor durante las relaciones sexuales, junto a una baja en la libido.
6. Aumento de peso
Muchas mujeres notan una mayor acumulación de grasa abdominal, debido a un metabolismo más lento y cambios en la masa muscular.
7. Pérdida de masa ósea
El estrógeno también tiene un papel clave en la salud ósea. Su disminución favorece la pérdida de densidad ósea y aumenta el riesgo de fracturas.
8. Dificultades cognitivas
Algunas mujeres experimentan lo que se conoce como “niebla mental”: olvidos, falta de concentración y problemas de memoria leves.
9. Cambios en la piel y cabello
La piel puede volverse más fina, seca o menos elástica. El cabello puede debilitarse, caerse más fácilmente o volverse más fino.
10. Palpitaciones o ritmo cardíaco irregular