Precalienta el horno a 200 °C (400 °F) y cubre una bandeja para hornear con papel vegetal.
En un tazón grande, bate la harina, el polvo para hornear, la sal y la pimienta negra.
Agrega la mantequilla fría a la mezcla de harina y usa un cortador de masa o los dedos para integrarla hasta que la mezcla parezca migas gruesas.
Incorpora el queso rallado y las hierbas picadas.
Haz un hueco en el centro de la mezcla y vierte la leche. Revuelve hasta que se integren los ingredientes, teniendo cuidado de no mezclar demasiado. Coloca la masa sobre una superficie ligeramente enharinada y amásala suavemente varias veces hasta que esté bien integrada.
Forma un círculo de aproximadamente 2,5 cm de grosor con la masa. Usa un cuchillo afilado para cortarla en 8 porciones.
Coloca las porciones en la bandeja para hornear preparada, dejando espacio entre cada scone.
Pincela la superficie con huevo batido para dorarla.
Hornea de 15 a 20 minutos, o hasta que los scones estén dorados y al insertar un palillo en el centro, este salga limpio.
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Deja enfriar un poco sobre una rejilla antes de servir.
Variaciones y consejos
Para un sabor diferente, prueba una mezcla de quesos como gruyere o parmesano. También puedes experimentar con diferentes hierbas como romero o eneldo. Para un toque picante, añade una pizca de pimienta de cayena o jalapeños picados. Si tienes niños más quisquillosos para comer, considera hacer mini scones cortando la masa en trozos más pequeños, perfectos para las manitas de los más pequeños y un excelente acompañamiento para la lonchera.