Tortillas de Harina Caseras

Para preparar aproximadamente 12 tortillas de tamaño mediano, necesitarás:

2 ½ tazas de harina de trigo: La harina es el ingrediente principal que proporciona estructura y cuerpo a las tortillas. Preferiblemente utiliza harina de trigo común o harina para todo uso, que ofrece el equilibrio perfecto entre proteínas y suavidad para lograr tortillas flexibles y resistentes.

1 cucharadita de sal: La sal no solo realza los sabores naturales de la masa, sino que también fortalece la estructura del gluten, contribuyendo a una textura más uniforme y agradable al paladar.

2 cucharadas de manteca: La manteca es el secreto para obtener tortillas suaves y hojaldradas. Este ingrediente graso ayuda a crear capas delicadas en la masa y proporciona ese sabor característico que distingue a las tortillas caseras. Si prefieres una opción más ligera, puedes sustituirla por aceite vegetal.

1 taza de agua (aproximadamente): El agua hidrata la harina y activa el gluten, permitiendo que la masa se forme correctamente. La cantidad puede variar ligeramente según la humedad ambiental y el tipo de harina utilizada, por lo que es importante añadirla gradualmente.

Preparación

Etapa 1: En un tazón grande y profundo, combina la harina de trigo con la sal. Mezcla ambos ingredientes secos utilizando una cuchara o tus manos hasta que estén completamente integrados. Esta distribución uniforme de la sal garantizará que cada tortilla tenga un sabor equilibrado.

Etapa 2: Incorpora la manteca o el aceite vegetal a la mezcla de harina. Trabaja la grasa con las yemas de los dedos o con un tenedor, frotando y mezclando hasta que la harina adquiera una textura similar a la arena gruesa o migajas finas. Este paso es crucial para lograr la consistencia adecuada, ya que la grasa debe estar bien distribuida en toda la harina.

Etapa 3: Añade el agua gradualmente, comenzando con media taza. Vierte el líquido en pequeñas cantidades mientras mezclas con una cuchara de madera o con las manos. Continúa agregando agua poco a poco hasta que la masa comience a unirse. La masa ideal debe ser suave y ligeramente pegajosa al tacto, pero manejable. Si la masa resulta demasiado seca, añade más agua en incrementos pequeños; si está muy húmeda, incorpora un poco más de harina.

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