En ese momento, comprendí la profundidad de nuestro vínculo.
El dolor nos había quitado mucho a ambos, pero también me había mostrado el poder del amor y la amistad.
Lloramos juntos, compartiendo finalmente el dolor que ambos habíamos estado guardando en nuestro interior.
A veces, las personas que nos impulsan a seguir adelante sufren igual de profundamente; solo que lo hacen en silencio
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