Tras la muerte de mi hijo, mi amigo se mudó. Lo que descubrí después me destrozó de nuevo.

En ese momento, comprendí la profundidad de nuestro vínculo.

El dolor nos había quitado mucho a ambos, pero también me había mostrado el poder del amor y la amistad.

Lloramos juntos, compartiendo finalmente el dolor que ambos habíamos estado guardando en nuestro interior.

A veces, las personas que nos impulsan a seguir adelante sufren igual de profundamente; solo que lo hacen en silencio

Leave a Comment