Mientras la conversación avanza, las ideas se vuelven revelaciones. Francisco explica que las líneas no son un simple dibujo, sino lecturas vivas. Cada trazo muestra heridas que aún no sanamos, rutas que tememos recorrer y dones dormidos que esperan ser despertados.
Habla de propósito, de destino y de señales invisibles que no dependen del ego, de la apariencia ni de las máscaras. Las manos, insiste, jamás mienten.
El momento que lo cambia todo
La experiencia alcanza su punto más conmovedor cuando Francisco, frente a cámaras, lee la mano de Rodrigo y la de su esposa. Sus interpretaciones los dejan en silencio: menciona recuerdos, vacíos, fortalezas, procesos espirituales y oportunidades futuras que ellos jamás habían revelado.
Esa lectura íntima se convierte en un espejo inesperado, demostrando que las manos pueden exponer verdades que muchas veces ni el corazón se atreve a admitir.
Un episodio que transforma.