Un adolescente de 13 años pierde parte de su intestino tras tragarse casi 200 imanes comprados en Temu.

Tragar un imán puede parecer un accidente menor. Pero cuando son casi 200, el resultado es devastador. Así lo revela un estudio del New Zealand Medical Journal, que documenta el caso de un adolescente de 13 años que perdió parte de su intestino tras ingerir decenas de pequeños imanes de neodimio adquiridos en Temu.

Este caso clínico ha encendido las alarmas entre pediatras y autoridades sanitarias. Detrás del episodio hay un patrón cada vez más común: niños y adolescentes expuestos a productos peligrosos que se venden libremente en plataformas internacionales sin controles adecuados.

Los médicos describen la historia como una advertencia sobre los riesgos invisibles que esconde la tecnología moderna. Un simple clic bastó para poner en peligro una vida. Ahora, este caso invita a reflexionar sobre el papel de la vigilancia, la educación y la responsabilidad en la era digital.

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Un caso clínico que casi termina en tragedia
El joven fue llevado al hospital tras varios días con dolor abdominal intenso, náuseas y vómitos. Al principio, los síntomas parecían de una simple indigestión. Sin embargo, las radiografías revelaron algo alarmante: largas cadenas metálicas distribuidas a lo largo de su abdomen.

Según el estudio publicado en el New Zealand Medical Journal, el adolescente admitió haber tragado entre 80 y 100 imanes de 5 × 2 milímetros. Estos pequeños cilindros, extremadamente potentes, se adhirieron entre sí a través de las paredes intestinales, provocando lesiones graves y necrosis del tejido.

Durante la cirugía, los especialistas realizaron una laparotomía —una intervención que consiste en abrir la cavidad abdominal— para extraer los imanes y retirar los segmentos dañados del intestino.

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