Un hábito común que muchas personas con problemas de bienestar hepático suelen compartir

No duele, no se siente, pero está ahí. Y sostiene todo el ciclo metabólico que daña el hígado poco a poco.

Cuando esta combinación aparece, el hígado comienza a almacenar energía de más. Primero guarda glucosa, luego grasa. Cuando ya no puede más, la envía a otras partes del cuerpo. Con el tiempo, todo deriva en un círculo vicioso: más insulina → más grasa → más inflamación → más daño hepático.

Señales que podrían estar alertándote sin que las notes
Estas señales no siempre parecen importantes… hasta que las conectas entre sí:

Cansancio después de comer.

Niebla mental.

Cintura mayor a 90 cm (en hombres puede ser más alta).

Triglicéridos por encima de 100.

HDL bajo.

Manchas en el cuello o pliegues.

Ronquidos frecuentes.

Ácido úrico elevado.

Sensación de hambre constante o antojos dulces.

Aumento de grasa abdominal aunque “todo salga normal” en los exámenes.

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