El novio de mamá llegó borracho otra vez —susurró Theo—. Él gritaba… la golpeó. Luego vino tras nosotras. Tomé a Amelie y corrí.
—¿Sabes dónde está tu mamá ahora? —preguntó Olivia suavemente desde un rincón.
Theo negó con la cabeza, las lágrimas llenando sus ojos.
—Ella me dijo que huyera. Estaba sangrando… dijo: “Ve a un lugar seguro, bebé.” Así que corrí.
En ese momento, el personal de la sala guardó silencio. Ya habían escuchado historias como esa, pero rara vez narradas por alguien tan pequeño. Tan valiente.
Se llamó a los Servicios de Protección Infantil y también a la policía. Mientras esperaban, el personal del servicio de urgencias hizo lo que pudo.
A Amelie le ofrecieron un biberón y un enterizo cálido.
A Theo lo limpiaron, le atendieron los cortes, y una trabajadora social llamada la Sra. Ramírez vino a sentarse con él.
Le llevó chocolate caliente en un vaso de papel.
—Hiciste algo muy valiente esta noche —dijo—. Protegiste a tu hermana.
Theo sostuvo la bebida tibia con ambas manos.
—Ella no llora cuando la sostengo —dijo en voz baja—. Deja de tener miedo.
Las horas pasaron lentamente. Eventualmente, la policía localizó a la madre de Theo en su apartamento.
Estaba viva, pero inconsciente —moretones, golpeada, pero estable. El novio había desaparecido.
Cuando amaneció, un oficial regresó con noticias.
—Mamá está en la UCI —dijo—. Seguimos buscando al sospechoso.
Los ojos de Theo se iluminaron.
—¿Está viva? —susurró.
—Sí —asintió el oficial—.