Momentos después, la puerta se abrió y Rick avanzó con una botella rota. Los oficiales lo retuvieron rápidamente, descubriendo una sala destrozada por la ira: agujeros en las paredes, una cuna rota y un cinturón manchado de sangre colgando de una silla.
Felix exhaló al escuchar la confirmación por radio:
—No hará daño a nadie más —dijo a Miriam.
Theo, sosteniendo a Amelie cerca, simplemente asintió:
—¿Podemos quedarnos aquí esta noche? —preguntó suavemente.
—Pueden quedarse todo el tiempo que necesiten —respondió Miriam, sonriendo.
Semanas después, durante el juicio, las pruebas de abuso eran innegables: el testimonio de Theo, los informes médicos y fotografías de la casa. Rick Bennett se declaró culpable de múltiples cargos de abuso infantil y poner en peligro a los menores.