Pero rápidamente, la fascinación por las modificaciones corporales se apoderó de él, y comenzó a hacerse tatuajes cada vez más extremos, una lengua bífida e incluso la extirpación del ombligo.
Su cuerpo se convirtió en un lienzo viviente, una inversión que superó los 36.000 euros.
Sin embargo, lo que una vez fue motivo de orgullo comenzó a transformarse con el tiempo en incomodidad, especialmente cuando Ethan se convirtió en padre.
El peso de un rostro completamente tatuado
Para Ethan, la paternidad trajo consigo nuevos desafíos. Llevar a su pequeña hija al colegio o simplemente caminar por la calle comenzó a generarle ansiedad debido a las miradas curiosas y críticas de quienes lo rodeaban.
«No quiero que mi hija pase por esto tan pronto», explicó en una entrevista.
«El rostro es como nuestra identidad, y a veces puede convertirse en una gran carga».
Esta comprensión marcó el inicio de un nuevo camino.
Borrando el pasado, paso a paso
Decidido a brindarle una infancia tranquila a su hija y encontrar mayor serenidad en su vida, Ethan comenzó el largo proceso de eliminar sus tatuajes faciales con láser.
Hasta ahora, se ha sometido a unas siete sesiones, las cuales son costosas, largas y a menudo dolorosas.
Aun así, sigue decidido a recuperar su tranquilidad emocional.
Ethan no niega su pasado, pero quiere abrirse a nuevas posibilidades, sin el peso constante de los juicios externos.
Una valiosa lección sobre el arrepentimiento y la transformación.