Una madre de setenta años fue a casa de su hijo con la esperanza de pedir prestado dinero para su cirugía de corazón. Pero en lugar de ayudarla, él le entregó un paquete de fideos instantáneos y la despidió cortésmente. Al abrirlo esa misma noche, lo que encontró la dejó temblando de incredulidad…
Era una tarde lluviosa en las afueras de la provincia de Quezón. Dolores, con la espalda ligeramente encorvada y un bastón en la mano, caminaba penosamente por un camino de grava embarrado. Colgaba de su hombro una bolsa de tela descolorida con algunos documentos médicos y algunos pesos sueltos que apenas le alcanzaban para comprar pan y sal.