El secreto interior
En el largo camino a casa, Dolores no maldijo a su hijo. En cambio, se dijo a sí misma que debía estar pasando apuros. “Está ocupado… al menos me dio algo de comer”, murmuró, convencida de que era su forma de cuidarla.
Al llegar a su pequeña casa de madera, colocó los fideos en la mesa. Hambrienta y agotada, decidió cocinarlos. Pero al abrir el paquete, se quedó paralizada; le temblaban las manos. Dentro, debajo de los fideos, había un sobre blanco sellado.
El corazón le latía con fuerza al abrirlo. Dentro había 50.000 pesos en billetes nuevos y una nota doblada escrita a toda prisa:
“Mamá, perdóname por mentir. No quería que mi esposa supiera que temía que pensara que favorecía a mi familia. Por favor, usa esto para tu cirugía. Te amo más de lo que puedo expresar. Tu indigno hijo, Ramón”.
Las rodillas de Dolores cedieron y las lágrimas corrieron por sus mejillas, nublando las palabras. Cada gota contenía una mezcla de alivio, amor y perdón. Comprendió que el silencio de su hijo nunca había significado indiferencia; era miedo, oculto bajo el peso del orgullo y las circunstancias.
El Milagro
A la mañana siguiente, Dolores fue al hospital y entregó el dinero. La cirugía se demostró exitosa. Cuando despertó, débil pero viva, lo primero que vio fue a Ramón, sentado junto a su cama, con los ojos rojos e hinchados.