Un enigma intrigante que juega con nuestra forma de pensar y revela mucho sobre nuestros reflejos mentales.
«Una mujer nació en 1975 y murió en 1975. Tenía 22 años».
Esta frase, aparentemente sencilla, suele detener a cualquiera a mitad de la lectura.
Después de todo, ¿cómo es posible vivir 22 años si se nace y se muere en el mismo año?
Parece absurdo. Pero la verdad es que este enigma invita a pensar de forma creativa. La respuesta, lejos de implicar viajes en el tiempo o teorías descabelladas, es mucho más simple, y eso es precisamente lo que la hace tan interesante.
El truco está en lo que crees leer.
Nuestro cerebro adora los atajos. Ante un número como «1975», asume inmediatamente: «¡Es un año!»..
Estamos tan acostumbrados a ver este número en contextos históricos que ni siquiera consideramos otra posibilidad.
¿Pero qué pasaría si 1975 no fuera un año?
La solución que lo cambia todo
La mujer nació y murió en el apartamento número 1975 de un hospital (o establecimiento similar). Tenía 22 años. Así de simple.
La frase original no tiene nada de malo; el problema radica en cómo la interpretamos.
El acertijo juega con la ambigüedad del número y nos muestra lo fácil que es equivocarse cuando seguimos nuestros patrones mentales automáticos.
¿Qué revela este acertijo sobre nosotros?