Darren creía que el día de su boda marcaba el comienzo de un nuevo capítulo perfecto, un momento en el que el amor se volvería más importante que cualquier otra cosa.
Pero apenas unas horas después de decir “sí, quiero”, empezó a dudar de todo lo que creía saber sobre el amor, el orgullo y el respeto.
Su nueva esposa provenía de una familia adinerada, y aunque siempre admiró su independencia, no podía ignorar la presión tácita de estar a la altura de las expectativas familiares. Esta presión finalmente estalló en su luna de miel, un viaje que se suponía que sería una celebración del amor, pero que en cambio puso de manifiesto la enorme brecha que los separaba.
Al abordar el avión, Darren se quedó atónito al descubrir que el billete de su esposa era de primera clase y el suyo de turista. Suponiendo que se trataba de una confusión, le preguntó al respecto, pero ella respondió con indiferencia: «Papá dijo que no era tu banco». Esas palabras lo hirieron profundamente. Después de todos los sacrificios que había hecho para construir una vida con ella, el sentimiento fue más de humillación que de generosidad.