Picar las almendras groseramente en un procesador de alimentos. No deben quedar hechas harina: el secreto está en dejarlas ligeramente irregulares para que liberen sus aceites naturales durante la cocción y el pastel quede suave y jugoso.
Batir los huevos con el eritritol (5-6 minutos)
En un bol grande, batir los huevos con el eritritol (o azúcar) hasta obtener una mezcla ligera y esponjosa, casi como espuma. Este paso es esencial para que el bizcocho quede ligero.
Mezclar los ingredientes (3-4 minutos)
Añadir las almendras picadas a la mezcla batida, incorporándolas suavemente con movimientos envolventes de abajo hacia arriba. A continuación, incorporar la harina integral tamizada y la levadura en polvo. La mezcla debe quedar suave y bien integrada.
Preparar el molde (2 minutos)
Forrar un molde de 20 cm con papel de horno o untarlo ligeramente con mantequilla. Verter la masa y nivelarla, dando unos golpecitos al molde para eliminar las burbujas de aire.
Hornear (40 minutos)
Hornear a 180 °C en un horno convencional durante unos 40 minutos. No abrir la puerta del horno durante los primeros 30 minutos para evitar que el bizcocho se baje. Comprobar la cocción con un palillo: si sale limpio, el bizcocho está listo.
Enfriamiento y decoración (20 minutos)
Deja enfriar el pastel en el molde durante 20 minutos, luego desmóldalo y colócalo en un plato para servir. Espolvorea con azúcar glas para terminar.
Consejos y variaciones
Aromatizantes: Añade ralladura de limón o naranja para un toque fresco.
Delicioso: Puedes añadir chispas de chocolate a la masa.
Rústico: Sustituye algunas almendras por avellanas o pistachos para un sabor diferente.
Añade 2 cucharadas de leche o yogur a la masa para una textura más cremosa.
Este pastel de almendras es perfecto para el desayuno, acompañado de una taza de café o té, o como un postre ligero y refinado al final de una comida. Una receta sencilla, pero con un sabor inolvidable.